Camino hacia la confrontación, resolvieron detenerse en un templo. Después de rezar, el general se dirigió a sus soldados:
- Voy a arrojar esta moneda. Si sale cara, volveremos todos al campamento. Si sale cruz, significará que los dioses nos protegen y que derrotaremos al enemigo. Ahora se revelará nuestro futuro.
Tiró la moneda al aire y los ojos ansiosos de sus soldados vieron el resultado: cruz. Todos vibraron de alegría, atacaron con confianza y vigor y pudieron celebrar la victoria al atardecer.
Orgulloso, su comandante comentó:
- Los dioses siempre tienen razón. Nadie puede cambiar el destino revelado por ellos.
- Tienes razón, nadie puede cambiar el destino cuando estamos decididos a seguirlo. Los dioses nos ayudan, pero a veces tenemos que ayudarlos también – respondió, entregando la moneda a su oficial.
Los dos lados marcaban cruz.
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